UN DÍA
Hace ya algún tiempo, cuando estaba en segundo grado de la universidad, uno
de mis maestros siempre me decía que fuera feliz. Yo no le entendía porque en
aquel entonces ni siquiera me ponía a pensar si la gente era feliz o infeliz.
Mi mejor amiga me decía que el maestro estaba enamorado de mí, y yo pensaba
que estaba loca, pero algo en mi
interior se sentía agradecido. En una ocasión el maestro después de la clase me
mandó hablar y me dijo que me iba a dar algo para que entendiera lo que él me
quería decir sobre ser feliz, y me obsequió un libro: La Tregua, de Mario
Benedetti. Lo leí y lo disfruté mucho al igual que toooodos los libros que leía
en aquel entonces; aunque debo mencionar que si me impactó mucho la parte del
clímax, fue algo inesperado, y completamente fuera de mi contexto mental por lo
que traté de dejarlo en el olvido pero sin lograrlo. Y claro que no entendí la
analogía de los comentarios del profesor sobre ser feliz, con la historia del
libro.
Después me casé, hice mi vida y ya no supe del profesor hasta cinco años
después aproximadamente, cuando me enteré que contrajo nupcias con la entonces
directora de la escuela donde realicé mi primera carrera universitaria.
Años más tarde, por razones muy personales, me encontraba buscando empleo y
acudí a la bolsa de trabajo de mi ex escuela, haciendo hincapié al solicitar
empleo, que no importaba dónde fuera. La aún directora de la escuela, esposa
del maestro que me obsequió el libro, me
hizo un ofrecimiento para irme a Tabasco, se trata de una gran oportunidad, con
un sobre sueldo para mi profesión. Su esposo, mi ex maestro, indirectamente me
mandó decir que no me fuera, que seguramente acá en mi tierra iba a haber algo
mejor para mí, yo confié más en él y rechacé el ofrecimiento. Luego yo regresé
a mi pueblo y mi vida continuó como antes.
A lo largo de mi vida, en ocasiones diversas he recordado el momento de más
impacto de aquel libro, sorprendiéndome igual y aún preguntándome qué relación
tiene conmigo. De hecho, la semana pasada estuve pensando en ello, es decir, muchos
años después de que lo leí.
Ahora me compartieron una película llamada One day con Anne Hathaway, acabo
de verla, es una historia hasta cierto punto parca, pero muy impactante y
sorprendente en su desenlace. No pude evitar recordar la vieja historia del
libro y todo lo que sucedió para que llegara a mí. No es pertinente contar las
historias vistas, que aunque muy diferentes entre sí, en esencia son las
mismas. Es difícil establecer qué relación tienen con mi vida pero es algo que
me dolió extrañamente y que me hizo derramar muchas lágrimas en aquel entonces al
leerla y ahora al verla.
Sin embargo, algo dentro de mí ha cambiado, algo se sanó o se transformó porque
me siento en paz. No le entiendo, no sé qué es, pero una parte de mi sí lo sabe
y confío en ella. Seguramente es esa parte que dicen “se conecta con la
divinidad”. Lo que quiero decir con todo esto, es que me he dado cuenta que de
alguna manera todo tiene relación conmigo, que todo es un aprendizaje, porque
sí se puede aprender en cabezas ajenas aunque sea un libro, una película o una
canción. Y que, por lo tanto, estoy aprendiendo a confiar en los procesos observados
en mi vida, porque aunque a veces no me gustan, o me duelen, o no los entiendo,
siempre, invariablemente, son para bien y estoy consciente de ello.
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