PROPÓSITO DE NUESTRO PROGRAMA

GENERAR UN ESPACIO DE AUTOANÁLISIS, REFELXIÓN, TERAPIA Y CATARSIS A QUIENES ARAVIESAN POR SITUACIONES PROBLEMÁTICAS MUY PARTICULARES Y PRESENTAN DIFICULTAD PARA CONFIAR EN ALGUIEN SUS NECESIDADES PARA ENCONTRAR UNA SOLUCIÓN A LO QUE LE SUCEDE.

miércoles, 4 de abril de 2012


UN DÍA
Hace ya algún tiempo, cuando estaba en segundo grado de la universidad, uno de mis maestros siempre me decía que fuera feliz. Yo no le entendía porque en aquel entonces ni siquiera me ponía a pensar si la gente era feliz o infeliz.

Mi mejor amiga me decía que el maestro estaba enamorado de mí, y yo pensaba que estaba loca, pero algo en  mi interior se sentía agradecido. En una ocasión el maestro después de la clase me mandó hablar y me dijo que me iba a dar algo para que entendiera lo que él me quería decir sobre ser feliz, y me obsequió un libro: La Tregua, de Mario Benedetti. Lo leí y lo disfruté mucho al igual que toooodos los libros que leía en aquel entonces; aunque debo mencionar que si me impactó mucho la parte del clímax, fue algo inesperado, y completamente fuera de mi contexto mental por lo que traté de dejarlo en el olvido pero sin lograrlo. Y claro que no entendí la analogía de los comentarios del profesor sobre ser feliz, con la historia del libro.

Después me casé, hice mi vida y ya no supe del profesor hasta cinco años después aproximadamente, cuando me enteré que contrajo nupcias con la entonces directora de la escuela donde realicé mi primera carrera universitaria.

Años más tarde, por razones muy personales, me encontraba buscando empleo y acudí a la bolsa de trabajo de mi ex escuela, haciendo hincapié al solicitar empleo, que no importaba dónde fuera. La aún directora de la escuela, esposa del maestro que me obsequió el libro,  me hizo un ofrecimiento para irme a Tabasco, se trata de una gran oportunidad, con un sobre sueldo para mi profesión. Su esposo, mi ex maestro, indirectamente me mandó decir que no me fuera, que seguramente acá en mi tierra iba a haber algo mejor para mí, yo confié más en él y rechacé el ofrecimiento. Luego yo regresé a mi pueblo y mi vida continuó como antes.

A lo largo de mi vida, en ocasiones diversas he recordado el momento de más impacto de aquel libro, sorprendiéndome igual y aún preguntándome qué relación tiene conmigo. De hecho, la semana pasada estuve pensando en ello, es decir, muchos años después de que lo leí.

Ahora me compartieron una película llamada One day con Anne Hathaway, acabo de verla, es una historia hasta cierto punto parca, pero muy impactante y sorprendente en su desenlace. No pude evitar recordar la vieja historia del libro y todo lo que sucedió para que llegara a mí. No es pertinente contar las historias vistas, que aunque muy diferentes entre sí, en esencia son las mismas. Es difícil establecer qué relación tienen con mi vida pero es algo que me dolió extrañamente y que me hizo derramar muchas lágrimas en aquel entonces al leerla y ahora al verla.

Sin embargo, algo dentro de mí ha cambiado, algo se sanó o se transformó porque me siento en paz. No le entiendo, no sé qué es, pero una parte de mi sí lo sabe y confío en ella. Seguramente es esa parte que dicen “se conecta con la divinidad”. Lo que quiero decir con todo esto, es que me he dado cuenta que de alguna manera todo tiene relación conmigo, que todo es un aprendizaje, porque sí se puede aprender en cabezas ajenas aunque sea un libro, una película o una canción. Y que, por lo tanto, estoy aprendiendo a confiar en los procesos observados en mi vida, porque aunque a veces no me gustan, o me duelen, o no los entiendo, siempre, invariablemente, son para bien y estoy consciente de ello.

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