HISTORIA DE UN HOMBRE SENCILLO
Atardecer en Parras. (Valle del tanque de Zapata) |
Lo conocí siendo yo muy joven y poco a
poco me fui ganando su confianza; Don Trini, como cariñosamente le llamábamos
era un hombre de características muy particulares; de estatura baja y piel
blanca. Don Trini era un hombre sencillo, desconozco por qué motivos había
perdido su mano derecha; pero aún con esa “limitación” –que para él no era
considerada como tal- era un hombre muy trabajador; en el rancho era muy
apreciado por casi toda la gente, pues además de trabajador su carácter amable
lo hacía ganarse el cariño y el respeto de grandes y chicos.
Don Trini tenía su familia que en el
tiempo en que lo conocí la integraban: su esposa, un hijo y una hija; además se
encargaba junto con su mujer, de cuidar a una de sus nietas.
Las labores de Don Trini iniciaban muy de
mañana, pues era el encargado del molino de nixtamal y apenas queriendo clarear
el día nos despertaba el sonido del motor de gasolina que daba vida al molino y
desde luego para muchos representaba la voz que nos invitaba a iniciar las
labores de un nuevo día; los hombres a la ordeña y al campo, las mujeres al
molino y después a preparar el almuerzo y el lonche para sus esposos y los
niños a disponerse para ir a la escuela del lugar; total que el sonido del
molino invitaba a iniciar la diaria actividad.
Don Trini amablemente atendía a las
personas que acudían a diario a moler el nixtamal y a todos recibía con una
sonrisa entre alegre y un poco nerviosa pero así era él; siempre amable y
sonriente.
Cuando se acababa la molienda, Don Trini
se dirigía a su casa para tomar su almuerzo y seguir con alguna otra actividad,
pues particularmente le gustaba sembrar hortalizas. Era bonito visitar su
pequeño huertillo el cual trabajaba casi con una sola mano, pues como digo le
faltaba su mano derecha pero eso no impedía que Don Trini fuera muy trabajador;
en su parcela era muy grato ver como cultivaba: acelgas, jitomate, chile
serrano y pulla, cebollas y hasta comino.
Daba pena visitar a Don Trini en su
parcela, pues cuanta persona iba a su labor difícilmente se retiraba con las
manos vacías, ya que era muy compartido y siempre quería que lleváramos alguna
verdura para la casa; algunas veces se lo aceptábamos y otras no, pues de eso
vivía y lo que hacíamos era comprarle algunos de los productos de su cosecha.
Como olvidar a una persona con esas
cualidades, pues se aprendía tanto de ver su laboriosidad como de los temas que
gratamente compartía en agradables charlas que frecuentemente teníamos; pues si
no era en su casa donde platicábamos era en la parcela o por ahí cruzándonos en
alguna calle de la comunidad.
En ocasiones cuando la mañana estaba
avanzada y no escuchábamos el ruido del molino era señal de que algún
desperfecto había sufrido, pero eso sucedía muy rara vez, pues Don Trini
siempre estaba atento a que el molino estuviera funcionando, era un hombre muy
responsable.
Pasó el tiempo, por motivos personales
tuve que irme de esa comunidad y se extrañaba el ambiente pero más se extrañaban
las charlas con Don Trini y desde luego con su esposa.
Años más tarde me encontré ocasionalmente
a uno de sus nietos y me hizo algunos comentarios poco agradables, ya para
entonces había fallecido la esposa de Don Trini y se desconocían los motivos
por los cuales Don Trini empezó a padecer trastornos emocionales, se alteraba
su sistema nervioso, desconocía a las personas, incluso a sus familiares y su
salud poco a poco se fue deteriorando.
Me cuenta su nieto que le dieron atención
médica pero su salud no mejoró. Don Trini murió pero nos dejó bonitos recuerdos
a quienes lo conocimos y compartimos con él algunas experiencias y dese luego
yo pienso que para su familia representó un grande dolor haber perdido a un ser
tan querido, admirable, respetuoso, que a pesar de tener limitaciones sacó
adelante a su familia con su trabajo pues siempre fue muy responsable.
Personas como Don Trini son ejemplo de
lucha y deseos de responder a sus compromisos de hombre y jefe de familia.
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