JOSE CHACON
José Chacón hermano de Felipe Chacón grande,
somos de la misma familia. José Chacón anduvo en la revolución con el papá de
mi mamá. En ese entonces en las tiendas de Parras había puros extranjeros, casi
la mayoría están en el panteón de San José, ellos aprovechaban para encarecer
los productos, era mucha el hambre, la gente no tenía que comer y la revolución
a todo lo que daba, entonces el papá de mi mamá se viene a trabajar con Don Salvador
Madero, el papá del Dr. David Madero. Todo lo que sé yo es gracias al
caballerango de José Chacón, Rodrigo Macías Vargas, él platicaba todas estas
historias cuando yo era una niña, José Chacón; según platican se dedicó a robar
para dar de comer a toda esa gente que no tenían que comer, entonces entraba a
las tiendas y él decía: yo les voy a dar de comer como Dios nos dé a entender y
se separan de la revolución José Chacón y su gente y se dedicó a robar, iban y tocaban a
las tiendas, era mucha gente, los comerciantes no les abrían, porque era una
gran muchedumbre, platica el tío Rodrigo que una vez sacó a un árabe y dijo: a éste
que le hacemos y la gente respondió: truéneselo.
Todo lo que había para comer que sacaban
de las tiendas, lo repartía entre toda la gente y lo de valor se lo llevó a la sierra:
las cajas registradoras, rifles, sables, dinero, monedas de oro y de plata, de
ahí la famosa historia de la cueva de Chacón, pero eso no la hacían de siempre,
una temporada comía la gente y se iba a esconder allá a la sierra y duraban un
tiempo que no se veían en Parras, y el tío era quien le llevaba de comer y agua
y bajaba los caballos a que tomaran
agua. Platica el tío que cuando mataron a José Chacón que él les estaba dando
de comer a los caballos y que vio la federación que iba, vio la polvareda, eran
los federales, él siempre cargaba un morral de ixtle y que se acostó, se puso
el sombrero en la cara y se acostó, cuando se acercan se sentó y que le
preguntaron: amigo, que anda haciendo, que él respondió: pos lo que ve, y para
despistarla sacó su lonche del morral del ixtle y les ofreció, algunos comieron
y otros no, ellos le preguntaron que si no había visto algunos amigos que andaban
buscando, gente que pasara por ahí, a lo que él respondió que no había visto a
nadie, que él ya se iba a Parras, que él sólo iba a sembrar. Cuenta el tío que
se fueron a la sierra y que de tiempo se escucharon algunos balazos, a lo que
la gente de Chacón respondió, cosa que no debían haber hecho, así fue como los
federales descubrieron dónde se encontraban; por un tiempo estuvieron
contestando el fuego a la federación desde arriba, pero los mataron a todos;
José Chacón dejó la última bala para él mismo y antes de matarse dijo: “Pelones,
no les voy a dar el gusto”. Y se suicidó.
Cuenta el tío que él dejó ahí los caballos,
quienes con su azote subían a la sierra después de haber tomado agua, de modo
que él regresó a Parras.
Mi tío Rodrigo era muy amigo de doña
Martina de la Cruz, porque anduvieron dentro del movimiento revolucionario, se
reunían Rodrigo, Jerónima y Leonel, que vivió antes de llegar a la Esquina Colorada,
eran revolucionarios los tres y siguieron su amistad hasta la muerte de mi tío,
él tenía muchos amigos porque todos sabían que sabia donde estaba la cueva de
Chacón y el tesoro de Chacón, sabemos en la familia que nadie ha dado con la
cueva.
Yo vivía con mi tío Rodrigo y su esposa, mi papá me prestó con ellos
para ayudar a mi tía que se había roto la cadera, ellos me ayudaban con lo de
la escuela y yo les ayudaba en la casa, cuidando a mi tía Luz Chávez Segura,
entonces yo era la de los mandados y el aseo de la casa.
Entonces mi tío era buscado por mucha
gente, porque mi tío sabía en dónde estaba esa cueva, y él iba y traía dinero
para vivir. Él salía a las siete de la mañana, me enseñó a pegar el carretón de
mulas: me decía: Maye pégueme el carretón voy a ir a traer unas cosas que
necesito a la labor. Se iba a las siete de la mañana y regresaba a las siete y
media de la tarde ya casi queriendo oscurecer, pero lo que me llamaba la atención
era que sólo traía de la labor un manojo de rastrojo y debajo traía rifles,
sables hermosos de plata, con mangos gravados con uvas, con pedrería en la
empuñadura, y los metía abajo del colchón, tenía unos frascos para el agua
fresca, llenos de monedas, monedas que antes les llamábamos pesos locos, rojos
donde venia grabado Pancho Villa, a mi me dejaban jugar con esas monedas,
recuerdo que me sentaba en la cama; agarraba puños y los dejaba caer en la cama
porque me gustaba el sonido que hacían al caer en el colchón, por lo tanto a la
tía se le dio muy buena atención debido a su problema de la columna, recuerdo
que le pusieron un clavo como de aluminio, se la llevó hasta Monterrey; antes no había seguro social ni las
facilidades que hay ahora.
Me ponía mi tío a cuidar a la tía, porque
venían muchos amigos a buscarlo y le decían: oiga compadre, vamos a hacer una
barbacoa, y me decía mi tía: ya estuvo que no dormimos, por qué tía, -le
respondía-, porque vas a tener que cuidar a tu tío, se lo van a querer llevar,
y sí, en efecto, así era. Conocí a uno de sus amigos que se llamaba Mauricio Bravo,
llega Mauricio con un cuchillo nuevecito con su funda de vaqueta y las
iniciales de Rodrigo Macías Vargas, y le dice: mire compadre, es un regalo para
usted; y mi tío muy contento le dice: oye, qué bonito cuchillo, -pues es para
usted- le decía el señor.
La intensión de sus amigos era
emborracharlo para que les dijera en dónde estaba la cueva de José Chacón,
hasta que un día lo convencen de que los lleve a la cueva, estuvieron toda la
noche platicando, toda la madrugada y en la mañana me dice: oiga Mari ahí le
encargo a su tía, vamos a ir a la labor, me dice: pégueme el carretón, y lo
escucha la tía, y se levanta como pudo en muletas y le dijo: de aquí no sale y
si sale sobre de mi; hombre que no comprende que son muchos, y la tía le dijo:
entonces que tal que si le pasa a usted algo y ya no vuelve, y no lo hicieron
que los llevara, porque la tía era la que se oponía.
La cueva no está en un cerro, ni a la
falda de un cerro, está en plano; un día le dice el tío a mi papá: oiga hijo yo
quiero que un día me acompañes a la sierra, quiero que sepas dónde está la
cueva de Chacón. Si tío, un día vamos, deje que tenga vacaciones, que me den
vacaciones en la escuela y vamos, le contestaba mi papá, pero nunca se llegó
ese día.
Mi tío compró muchas propiedades, dejó
muchas propiedades, no nada más la casa de la Ramos Arizpe 37 que ahí vivió
mucho tiempo, también enfrente de su casa fue su propiedad, también enfrente de
la casa del Marquez de Aguayo; también tuvo otra propiedad en los yeguales y se
lamentaba que pudo haber comprado más porque cuando le servía a Chacón le decía:
busca propiedades yo te ayudo para que las compres, entonces las propiedades
que dejó el tío vienen de herencia, ya andan volando las propiedades, algunas
ya no se reclamaron, ya mi papá no quiso reclamarlas.
José Chacón fue un hombre que le calmó el
hambre a mucha gente durante la revolución, por que las revoluciones son así,
la gente que tiene aprovecha para encarecer los productos y no hay ningún tipo
de autoridad, no hay quien vea por la gente pobre, y Chacón fue una de las
persona que por él comió mucha gente y yo me siento muy orgullosa de ser
descendiente de esa familia, de esa misma rama, de la buena fe que tuvo el
hombre para ayudar a tanta gente, y prácticamente sí siento un orgullo de
descender de esa familia, familia guerrillera que tenia los suficientes
pantalones para enfrentarse a quien fuera para darle de comer a los demás.
Eso que dicen que Chacón era un roba vacas,
un asesino, posiblemente sí, mató mucha gente, pero lo hizo por una buena causa;
que era darle de comer a la gente, porque más antes la gente no era humana, no
era gente como ahora que nos encontramos con gente que nos ayudamos unos a
otros, la revolución era la revolución, como solían decir ellos aquí cabresteas
o te ahorcas, fue una época de sufrimiento, de hambre, de necesidad, de
carestía total, como lo estamos viendo en estos nuevos tiempos, que están sufriendo
la misma hambruna, entonces eso se sufrió aquí en Parras y fueron tiempos
horribles, tiempos revolucionarios, a lo que platicaba el tío.
El tío se juntaba con pascual Orozco,
Felipe Chacón, José Chacón, Gildardo Chacón, él fue de esa época y nosotros
sabemos la historia porque la historia viene de familia, entonces hay muchos
héroes que la historia no les ha hecho justicia.
Platicaba el tío, yo no conocí a Pancho Villa,
pero el mismo tío platicaba que así como se veía a Francisco Villa que era una
persona muy propia, él ayudó a mucha gente, cuando volaron el tren aquí por la
cañada honda, aquí por camino al Colorado, lo volaban porque lo que traían en
el tren era el sueldo de los soldados y también traían muchos lingotes de oro,
balas de plata, muchos valores y eso es lo que existe en la cueva de Chacón,
por eso mucha gente; americanos y de otros países vienen a buscar la cueva pero
no la van a encontrar porque la cueva está en plano.
José Chacón está enterrado en el panteón
de San José, entrando a mano izquierda; siempre he estado yo con la tentación
que le quiero arreglar la tumba, porque hay mucha gente de aquí de Parras que
esta ignorada y la verdad no es justo.
José Chacón murió en 1916, su esposa era
Maximina Hernández y vivían en el barrio de Grana entre Bravo y Ponciano Arraiga,
tengo la fecha porque en su tumba tenía una piedra azul con el nombre de él y
el de su esposa con la fecha de defunción.
El papá de mi mamá anduvo con ellos en la
revolución, él trabajaba con los Madero antes de la revolución, él es de
Durango, pero antes de la revolución trabajó con Don Salvador el papá de Don David
Madero, entonces se muere la mamá de mi mamá y mi abuelito se lleva a mi mamá a
Durango, entonces regresa a trabajar a Parras con don Salvador y se vino en su
caballo desde Durango, porque antes todo era a caballo o en diligencia,
entonces cuenta el abuelo que se sentó a descansar y que le llamó la atención
un agujero que tenía alrededor piedra y mezcla, y dijo: mezcla acá en la sierra
por qué y para qué, entonces las personas precavidas cargaban su alcohol y su
pañuelo en un morral de ixtle, entonces se vino él preparado para descansar
donde fuera y que dijo voy a ver qué es éso,
quitó las ramas, los huizaches y palmas secas, porque el pozo es muy angosto, y
prendió una lamparita de alcohol y se metió, al acostumbrarse a la oscuridad
dice que vio como un salón, y que había en las paredes recargados rifles,
barras de oro, costales que no supo que eran, porque eran costales de ixtle tapado
como con lona muy podrida, entonces dice el abuelo que él pensó si yo llego a Parras
y platico nadie me va a creer, entonces dice que cogió su pañuelo y puso
algunas monedas dentro, en eso escuchó un estruendo muy fuerte, y pensó que se
había tapado la salida, se puso muy nervioso y que inmediatamente emprendió el
camino de regreso, entonces al llegar a la salida se da cuenta de que el pozo
no estaba tapado y que al salir del pozo le da el aire y se desmaya, pero él
traía alcohol en la lamparita, entonces se sentó y con el alcohol de la lámpara
lo comenzó a oler para restablecerse.
Para que le creyeran que había encontrado
la cueva de Chacón, dejo un pañuelo amarrado a una palma que estaba junto al
pozo, como seña del lugar donde había llegado, ya que él venia echando travesía
desde Durango, cuando llega con los patrones a Parras platica a los patrones y
ellos arman un grupo y se van a buscar aquel lugar y nunca encontraron el
lugar, entonces el abuelo se sintió mal con la gente porque lo tacharían de
mentiroso.
Entonces el abuelo se regresó a Durango y
desde Parras le mandaban su sueldo al abuelo a Durango, lo querían mucho los
patrones y el abuelo murió del gas que salía del metal de esa cueva. Duró muy
poco tiempo el abuelo, dice la abuela que se comenzó a poner amarillo y se
quejaba de un dolor en la boca del estomago, y esa fue la razón por la cual
murió el abuelo.